
Hace mucho que no jugaba Poker. Y sospecho que por eso el “Dios del Poker” decidió fustigarme toda la noche, entregándome cartas podridas. Pero no fui la única víctima de la noche. Aquí se puede ver claramente a un amigo sufriendo el mismo trato. A veces siento, cuando miro mis horribles cartas, de que la suerte está ahí, mirándome y riéndose burlonamente de mí, a 45 grados sobre el horizonte. Es por eso que muchas veces miro al vacio, y me pongo a putear (mentalmente claro). Y cuanto más puteo, siento que ese ser invisible y omnipotente me manda peores cartas. Y bueno, como soy un tipo bastante orgulloso, en vez de reconciliarme con la suerte, decido enojarme con ella, y termino perdiendo… Todavía tengo tanto que aprender…
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