martes, 20 de agosto de 2013
Se debe Hackear el sistema
Recuerdo haber leído hace algunos meses atrás que Google
estaba dispuesto a pagar un millón de dólares a la persona que lograba hackear
su navegador estrella Chrome. No leyó mal, UN MILLÓN de dólares para el que lo
logre. Ahora bien, ¿por qué Google pagaría a alguien por hackear a su
navegador? La respuesta es bastante evidente: si quieren continuar liderando en
el mercado de navegadores web, estos deben encontrar cualquier falla por más
mínima que sea. Si bien Google es una de las empresas que contrata a los
mejores informáticos del globo, no se conforman con esto. Ellos son conscientes
de que su navegador es utilizado por millones de personas en todo el mundo, y
por ende, las probabilidades de que algún genio informático con lentes hipster encuentre
un fallo son bastantes, teniendo en cuenta que Google busca la perfección.
Ahora bien, este concurso es realizado todos los años ya que
el tiempo sigue corriendo y en cualquier momento algún nuevo informático, en
algún rincón del planeta, puede encontrar una falla. Los de Google no se
cierran con una actitud arrogante gritando a viva voz que su navegador es
inhackeable. Hace algunos días nomás la red social de Zuckerberg, Facebook, fue
hackeada por un iraní. Imagínense ustedes, por un informático de un país en
donde cada dos días hay explosiones de bombas. De paso, Facebook también paga a
cada persona que encuentre un fallo en su red social.
¿Pero qué significa hackear? Como la palabra no existe en la
lengua española, no puedo hacer referencia a la Real Academia, sin embargo
"Santa Wikipedia" nos salva de esta situación y nos dice: "hackear
se refiere a la acción de explorar y buscar las limitantes de un código o de
una máquina." Una definición corta pero que nos dice bastante. La palabra
clave en esta afirmación es la "código". Los informáticos usan
diferentes lenguajes informáticos para programar; a eso se le llama código.
Pero ampliemos el significado de la palabra. Como una computadora se rige por
códigos para su buen funcionamiento, nuestras sociedades también necesitan de
códigos para poder funcionar sin problemas. El código supremo es nuestra famosa
carta magna: la Constitución Nacional. En esta analogía sería como el sistema
operativo de la sociedad, es decir como el "Windows o el Linux".
Expone claramente cuáles son las reglas principales que todo ciudadano debe
respetar. Los ciudadanos serían los programas informáticos que corren en el
sistema operativo y los agentes policiales serían como los antivirus que deben
detener a todo programa que ponga el peligro alguno de los códigos del sistema
operativo. ¿Me siguen?
Hace dos semanas vi el programa nacional llamado "AAM:
Algo anda mal" (muy buen programa por cierto) en donde en dos episodios los
productores deciden mirar más cerca lo que sucedía en una barrera policial.
Para el caso, se acercaron al Abogado Dr. Jorge Vasconcellos quien actuó como
una especie de hacker demostrando de que en el sistema, realmente, algo anda
mal.
Cuando nuestro hacker es detenido en una barrera policial, éste
se escuda detrás de los códigos de manejo de la sociedad (constitución, leyes)
para hacer frente a los agentes del orden. Al principio, los agentes adoptan
una actitud intimidante ya que ese es su modus operandi pues son conscientes de
que existen fallos en los códigos. Todo aquel que se resiste o intenta defender
sus derechos es empujado a ceder o es "invitado" a pasar una noche
infernal, cosa que Vascocellos tuvo que experimentar. No pudiendo hacer nada al
respecto con nuestro hacker, era increíble como nuevos actores surgían con
nuevas argumentaciones o nuevas actitudes. Era como un desfile de actualizaciones
de Windows que intentaba detener al
intruso. Policía caminera, policía nacional y hasta un fiscal fue a intervenir
en el lugar de los hechos. Este último intentó, con un tono de vos conmovedor, estimular
el sentimiento de pena de nuestro hacker con resultados prometedores (no me
gustaría arruinarles toda la película).
La experiencia del Dr. Vasconcellos me hizo reflexionar no
solo sobre las cantidades de leyes o códigos desactualizados que rigen nuestro
tren cotidiano, sino también en cómo es
necesario hackear el sistema para revelar los errores para luego arreglarlos.
Así como Google paga un millón de dólares al hacker que logre encontrar un
fallo en su sistema, pues pienso que es necesario que hagamos el mismo
ejercicio para mantener actualizados nuestros códigos. (!Sin la recompensa de
un millón de dólares evidentemente!)
A veces pienso que los paraguayos tenemos una terrible
nostalgia que aún no superamos de la época totalitaria del tirano Stroessner. Si
pensamos bien, no tendría que parecernos tan extraño ya que el dictador secuestró
a la sociedad paraguaya durante 35 años. Es como si los paraguayos y paraguayas
padeciéramos del famoso síndrome de Estocolmo, en donde la víctima de un
secuestro o detención desarrolla una relación de complicidad y de un fuerte
vínculo afectivo con su secuestrador.
En este punto me gustaría poner algo en claro: el sistema jurídico
no es totalmente rígido pues la sociedad humana tiene la particularidad de
evolucionar. Depende de nosotros que ese cambio sea lento o rápido. Déjenme
relatarle una pequeña historia que muchos deben conocer para ilustrar mejor mi
idea: corría el año 1955 cuando un hecho histórico se produjo en un bus en el
Estado sureño de Alabama, región de los EE.UU en donde la segregación racial
estaba en su punto máximo. Una señora afroamericana volvía a su casa luego de
una larga jornada laboral. Cansada y con dolores en los pies, decidió sentarse
junto con otros dos afroamericanos en los asientos delanteros del autobus, espacio
reservados para blancos según la legislación del Estado. Cuando de repente, en
una de las paradas del bus suben pasajeros blancos exigiendo debidamente su
derecho a tomar los asientos delanteros. Ese 5 de diciembre, Rosa Parks decidió
cambiar de actitud y, a pesar de conocer las consecuencias, no cedió su lugar.
Como cualquier persona que infringe una regla, Rosa Parks
fue arrestada y enjuiciada. Los tribunales la encontraron culpable y Rosa tuvo que
pagar una multa de 40 dólares. Sin embargo, Rosa jamás se imaginó que su
valiente actitud despertaría a todo un movimiento de lucha contra el racismo y
la segregación racial liderada por el famoso reverendo Martin Luther King Jr. Era
el comienzo del fin de la segregación racial en los EE.UU. Rosa consiguió a
través de lo que se denomina "desobediencia civil" despertar a toda
una parte de la población que boicoteó el sistema de transporte durante 381
días, y forzar a la Corte Suprema de los EE.UU a suprimir la segregación racial
en autobuses municipales en 1956. De ser arrestada en 1955 y condenada a pagar
una multa, Rosa se transformó en un ícono de los derechos civiles ganando así
el derecho de ser la primera mujer y segunda persona afroamericana en ser
homenajeada en la rotonda del Capitolio de Washington durante su sepelio en
2005.
La desobediencia civil es un arma que todos los ciudadanos
tienen a su disposición para demostrar a las autoridades de que algo está
fallando en el sistema. Si no me creen, no hay problemas: crean pues en las
palabras del ídolo del momento, Don Horacio Cartes, que parafraseando al Papa
Francisco I, se dirigió a la juventud solicitando que si no hace bien su labor
deben armar lío. De nuevo según Wikipedia, "la desobediencia civil es una
forma de disidencia política consistente en una quiebra consciente de la
legalidad vigente con la finalidad no tanto de buscar una dispensa personal a
un deber general de todos los ciudadanos (objeción de conciencia), sino de
suplantar la norma transgredida por otra que es postulada como más acorde con
los intereses generales." Interesante, ¿no?
No debemos creer que toda la producción en términos de
reglas o leyes es perfecta. Lejos de eso, sobre todo en "países en vía de
desarrollo" como el nuestro (manera elegante y en vogue de decir países
del tercer mundo). Doy un último ejemplo bien corto: la inspección técnica
vehicular conocida por sus siglas ITV. Es totalmente incoherente que el Estado
exija a sus ciudadanos la inspección anual de sus vehículos cuando nuestras
calles son todo menos eso. La incoherencia es tan flagrante que como ciudadanos
responsables debemos desacatar una regla tan descabellada. No hacerlo sería una
demostración clara y contundente de que no queremos que nada cambie. Y bueno,
como dice el refrán popular "sarna con gusto no pica". Prefiero pagar
las multas aunque su valor supere al de la inspección porque es mi deber como
ciudadano lúcido y responsable respetar mis principios y defender mis derechos.
¿Queremos o no queremos salir del pozo del subdesarrollo? La respuesta esta
clarísima en nuestras calles. Basta con salir 5 minutos para darse cuenta de cómo
la cultura del "va'i va'i" y del "así nomás" sigue
reinando.
Para terminar les dejo con una pequeña reflexión más. Al
final de las aventuras de nuestro hacker o en un programa anterior, las cámaras
muestran como a pesar de estar presentes y con micrófonos, algunos agentes
intentan igual pedir o aceptar coimas. Supongo que los agentes estaban al tanto
durante algunas semanas antes que un equipo de televisión iba a estar presente
durante esa barrera. También imagino la "charla técnica" que habrán
recibido los muchachos para evitar metidas de pata de esta índole. Sin embargo
el hábito es más fuerte y el comezón en la mano es inaguantable. Todo esto me
hace pensar en lo siguiente: ¿quiénes son los que están realmente hackeando el
sistema?
miércoles, 27 de febrero de 2013
Trompos - Costanera de Asunción
martes, 26 de febrero de 2013
Rca. Argentina y Mcal López
El otro día me puse a observar a la gente que, una vez la dura jornada laboral acabada, intentaba llegar a su refugio para buscar un poco de paz. Mirando los rostros, -algunos con marcas duras que deja la vida con el pasar del tiempo, otros con la mirada indiferente al horizonte intentando demostrar indiferencia al calor asunceno que siempre golpea fuerte- me puse a pensar en la cantidad de historias que uno cruza diariamente en las calles. Los paraguayos intentamos lidiar con todos los trajines del cotidiano que te ofrece un país en vía de desarrollo y casi siempre perdemos esa batalla. Al parecer, nuestra única defensa para sobrevivir a esta jungla es levantar un muro invisible que nos rodee: el individualismo
sábado, 9 de febrero de 2013
Maldito Crack, Maldito Estado, Maldita SOCIEDAD
Paraguay está viviendo un periodo que dificilmente se vuelva a repetir: El bono demográfico. Esto significa que hay más jóvenes y personas con capacidad de trabajar (es decir menores de 60 años) que niños y adultos mayores.
Esto se debe a que la tasa de fecundidad era alta en el país y nuestra generación es el resultado de este fenómeno. Sin embargo, las cosas están cambiando. Paraguay esta entrando en una fase que se denomina "transición demográfica". En este periodo, las tasas de fecundidad empiezan a caer y la esperanza de vida de las personas empieza a aumentar. Como resultado tenemos cada vez más personas viejas y menos jóvenes, es decir más personas a quienes mantener y menos personas para mantener.
No obstante, actualmente estamos experimentado un bono demográfico al cual le queda unos veinte años más. Toda esa juventud que puede trabajar y producir para el país está siendo desechada por el Estado. Mientras más pasa el tiempo, más son los jóvenes y niños que caen bajo las garras del crack. Estamos tirando al tacho a toda una generación que podría haber sido productiva. Sin embargo, los parásitos de nuestra pseudo-democracia al parecer tienen otros planes.... planes en donde ni vos, ni yo tenemos lugar.
lunes, 4 de febrero de 2013
Burbujas invisibles
“En Paraguay, no pasa nada, todo está tranquilo” Esta era
una de las frases que más llamó mi atención en Junio de 2012. Y es cierto, en
el Paraguay, al parecer no pasa gran cosa, ocurra lo que ocurra. Las personas
siguen luchando su cotidiano, ya sea un empleado, funcionario, independiente, docente,
empresario o reciclador. En el Paraguay parece que no pasa nada porque cada uno
decidió vivir en su propia burbuja.
Hemos llegado a un punto en donde el individualismo es la
única opción que los paraguayos tenemos para sobrevivir en la jungla urbana,
rural o donde sea. Al parecer es la única escapatoria.
Esta situación me recuerda bastante a Hobbes quien fuera
autor de Leviatán. Este filósofo del siglo 17 creció en una Inglaterra que
enfrentaba guerras civiles y guerras externas.Él mismo decía que su gemelo era
el miedo. En este contexto, Hobbes describe al ser humano como un ser vil, de
quien uno debe desconfiar. En su Leviatán, va inclusive más lejos. Afirma que
el ser humano en su estado natural es “malo”, y por ende, uno puede, inclusive
DEBE atacar antes presumiendo la legítima defensa. La regla es cada uno por su
cuenta.
En el Paraguay pasa algo similar. Hace mucho dejamos de ser
una sociedad solidaria que busca el bienestar general. Adam Smith me mandaría
“a la China” diciéndome que tal cosa no existe,que el bien general es igual a
la suma de los egoísmos de los agentes económicos y me hablaría de su famosa mano
invisible que regula el comportamiento de los mercados y por ende de las
personas. Está bien mi estimado Adam, sin embargo nuestro “leseferismo” es
brutal, crudo, contraproducente y no
solo está presente en los mercados.
Cuando se llega a puntos de salvajismo social como el que
estamos viviendo, el Estado deja de existir, deja de tener presencia, ya no se
lo respeta. El estado es la institucionalidad de una nación. Es la que debería
administrarla y dirigirla. En el Paraguay, en cierto modo no existe este rol, y
los habitantes de este pequeño país se adaptan a esta realidad, dejan de
respetar al estado y actúan conforme a sus necesidades ya que, aparte de ellos
mismos, no cuentan con casi nadie para mejorar su calidad de vida.
Les invito a todos a mirar con más atención lo que sucede en
los espacios públicos. Una vez que una persona deja su hogar actúa como si
estuviese sola: estaciona en doble fila, tira basura en las calles, ignora los
semáforos, estaciona en las veredas, etc. Gran parte de este comportamiento
está dictado por la administración quien, a su vez, no muestra interés en
mejorar los espacios comunes. Los ciudadanos mimetizan este comportamiento:
para qué hacer esfuerzos si la administración no los hace.
Es así que nos preocupamos por desarrollar,nuestro hogar,
nuestra familia, cueste lo que cueste, ya que nos sentimos abandonados a
nuestra propia suerte.
Así las reglas del juego están marcadas: cada uno por su
cuenta. Dejemos fuera de nuestras casas el caos, pero preocupémonos por tener
un islote de paz dentro de ellas, nuestros hogares. El miedo a que el caos
invada nuestros islotes de paz planea sobre nuestras cabezas constantemente
como la espada de Damocles. No se puede contar con nadie más. Que no nos
sorprenda ver una sociedad tan fragmentada y con falta de unidad.
Es hora de que decidamos animarnos a reventar nuestras
burbujas y de que seamos capaces de mirar más allá de nuestra narices. Es hora
de Despertar, es ¡AHORA O NUNCA!
viernes, 4 de enero de 2013
Tanta belleza escondida
miércoles, 2 de enero de 2013
Primeros pasos hacia el 2013
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